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Sonda nasogástrica: Procedimientos seguros y mejores prácticas en el entorno hospitalario

Mar 27,2025

La sonda nasogástrica es un dispositivo médico esencial en el ámbito hospitalario, utilizado para diversas funciones como la administración de alimentación enteral, medicamentos, descompresión gástrica y drenaje de contenido estomacal. Su correcta colocación y manejo son fundamentales para garantizar la seguridad del paciente y prevenir complicaciones. A continuación, se detallan los procedimientos seguros y las mejores prácticas para su uso en entornos hospitalarios.


Sondas nasogástricas de alimentación de poliuretano ENFit

Sondas nasogástricas de poliuretano ENFit con puerto en Y

Sondas nasogástricas (de Ryles)

Sondas nasogástricas (de Ryles)

Indicaciones para el uso de la sonda nasogástrica


Las principales indicaciones incluyen:


  • Administración de nutrición enteral: En pacientes que no pueden ingerir alimentos por vía oral.


  • Suministro de medicamentos: Cuando la vía oral no es viable.


  • Descompresión gástrica: Para aliviar la distensión abdominal en casos de obstrucción intestinal.


  • Lavado gástrico: En situaciones de intoxicación o sobredosis.




Procedimiento seguro para la colocación de la sonda nasogástrica


  1. Preparación del paciente:

    • Informar al paciente sobre el procedimiento para obtener su cooperación y consentimiento.

    • Colocar al paciente en posición de Fowler (elevación del torso a 45-90 grados) para facilitar la inserción y reducir el riesgo de aspiración.


  2. Selección y medición de la sonda:

    • Elegir el calibre y tipo de sonda adecuados según la indicación clínica.

    • Medir la longitud a insertar desde la punta de la nariz hasta el lóbulo de la oreja y luego hasta la apófisis xifoides, marcando la sonda en ese punto.


  3. Inserción de la sonda:

    • Lubricar la punta de la sonda para facilitar su avance.

    • Introducir suavemente la sonda por la fosa nasal seleccionada, dirigiéndola hacia la nasofaringe y solicitando al paciente que trague para facilitar el paso al esófago y luego al estómago.


  4. Verificación de la posición:

    • Aspirar contenido gástrico y verificar su pH (debe ser ácido) para confirmar la ubicación correcta.

    • Auscultar el epigastrio mientras se insufla aire a través de la sonda y escuchar sonidos característicos.

    • En algunos casos, se puede requerir una radiografía para confirmar la posición, especialmente antes de iniciar la alimentación enteral.


  5. Fijación de la sonda:

    • Asegurar la sonda a la nariz con un adhesivo adecuado, evitando tensión o presión excesiva que pueda causar lesiones.




Mejores prácticas en el manejo de la sonda nasogástrica


  • Higiene y cuidado del sitio de inserción:

    • Mantener limpia la zona nasal y cambiar regularmente el adhesivo para prevenir irritaciones o úlceras.




  • Mantenimiento de la permeabilidad:

    • Lavar la sonda con agua antes y después de la administración de medicamentos o alimentación para evitar obstrucciones.


  • Monitoreo y registro:

    • Registrar la cantidad y características del drenaje gástrico, así como cualquier incidencia relacionada con la sonda.


  • Prevención de complicaciones:

    • Vigilar signos de irritación nasal, sinusitis, otitis o neumonía por aspiración.

    • Reevaluar periódicamente la necesidad de mantener la sonda y retirarla tan pronto como sea posible.



Retirada de la sonda nasogástrica


  • Procedimiento:

    • Informar al paciente y colocarlo en posición adecuada.

    • Desprender el adhesivo y retirar la sonda suavemente mientras el paciente exhala.

    • Inspeccionar la integridad de la sonda tras su retirada.


  • Cuidados posteriores:

    • Observar al paciente por posibles molestias o complicaciones tras la retirada.

    • Registrar el procedimiento en la historia clínica.


Conclusión

La correcta colocación y manejo de la sonda nasogástrica son esenciales para garantizar la seguridad y el bienestar del paciente en el entorno hospitalario. Seguir procedimientos estandarizados y adoptar las mejores prácticas contribuye a minimizar riesgos y optimizar los resultados clínicos.

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