El lavado gástrico es un procedimiento médico utilizado para descontaminar el estómago tras la ingestión reciente de sustancias tóxicas o medicamentos en dosis peligrosas. Consiste en introducir una sonda de gran calibre a través de la boca o la nariz hasta el estómago, por la cual se instilan y extraen pequeñas cantidades de solución salina o agua tibia, con el objetivo de eliminar el contenido gástrico antes de que sea absorbido por el organismo.
Este procedimiento debe realizarse preferentemente dentro de la primera hora posterior a la ingestión del tóxico y está indicado únicamente en casos de intoxicaciones graves que amenacen la vida del paciente. No se recomienda su uso rutinario debido a los riesgos asociados, como lesiones en la faringe, esófago o estómago, así como la posibilidad de broncoaspiración.
Durante el lavado gástrico, el paciente debe colocarse en decúbito lateral izquierdo con la cabeza inclinada hacia abajo para reducir el riesgo de aspiración. En pacientes inconscientes o con reflejo nauseoso ausente, es imprescindible proteger la vía aérea mediante intubación endotraqueal antes de iniciar el procedimiento.
Una vez completado el lavado, es común administrar carbón activado a través de la misma sonda para adsorber posibles residuos tóxicos y prevenir su absorción.